La presidenta del jurado de la sección oficial era Isabelle Huppert, esa enorme e inquietante actriz especializada en personajes turbios. El director Michael Haneke le ofreció en La pianista uno de los más memorables de su brillante carrera y ella correspondió al regalo bordando a aquella atormentada masoquista. La química era torrencial entre los torturados universos del creador y su actriz. Consecuentemente, lo más lógico es que la Huppert se sintiera predispuesta y fascinada por la película de Haneke Das weisse Band y que tratara de influir para que ésta se llevara la codiciada Palma de Oro.
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